La persistencia astronómica de José M. Hernández

Un hijo de campesinos de origen mexicano llegó hasta el espacio con una ‘sencilla’ receta que le enseñó su padre

José Hernández con su uniforme de astronauta.

Astro José con su uniforme de astronauta. Foto: Cortesía José Hernández/NASA

Por María Antonieta Mejía

STOCKTON, California.— Logró alcanzar de adulto uno de los sueños más descabellados que puede tener un niño a los diez años: ser astronauta. Su decisión no fue tomada a la ligera. La procesó mientras sostenía la antena de conejo de la televisión de su casa para que los demás pudieran ver bien la transmisión en vivo de la misión Apollo 17, en 1972. Cuando pudo soltar la antena, salió a la calle a ver la Luna llena. Después entró y volvió a verla otra vez en la pantalla de la TV. El pequeño José Hernández salió y regresó varias veces, hasta llegar a la conclusión de que quería viajar al espacio cuando fuera grande.

«Me emocionaba mucho porque escuchaba al reportero, Walter Cronkite, que narraba lo que estaba haciendo el astronauta. También se escuchaba al astronauta [Eugene Cernan] hablando con ‘Mission Control’ en Houston», recordó José Hernández en entrevista.

«Para mí era increíble que pudiera ver la Luna, a un cuarto de millón de millas, y al astronauta caminando [en la superficie lunar] y hablando con ‘Mission Control’ en vivo. Eso me fascinó y dije: ‘Esto es lo que yo quiero hacer'».

Después de viajar en el transbordador espacial Discovery, de ser candidato al Congreso de Estados Unidos y de escribir un libro sobre su inspiradora vida, Hernández sigue soñando muy alto.

Justo el día de la entrevista en su oficina de Stockton, California, el carismático astronauta hizo notar dos veces -medio en broma, medio en serio- que ese día la senadora del partido Demócrata por California, Bárbara Boxer, había anunciado que no contendería de nuevo por el cargo. Hernández dejaba claro que le interesa seguir intentando incursionar en la política estadounidense.

En su oficina de Stockton. Foto: Raúl Ayrala

Astro José en entrevista en su oficina de Stockton. Foto: Raúl Ayrala/Big Cabeza Productions

De campesino a ingeniero de la NASA  

La historia de Hernández, hijo de inmigrantes mexicanos originarios de La Piedad, Michoacán, es de contrastes. Después de haber trabajado de niño en el campo, al lado de sus padres y sus tres hermanos en la cosecha de frutas y vegetales en California, logró que la NASA lo empleara y lo enviara al espacio. Pero no fue fácil: lo rechazaron once veces antes de contratarlo.

Sentado en su oficina, ubicada en el centro de Stockton, José recordó lo que le dijo su padre campesino el día en que le soltó que quería ser astronauta. Primero, don Salvador lo sentó a hablar «de hombre a hombre» en la cocina de su casa.

«En ese instante, cuando dijo ‘la cocina’, yo me asusté», confesó Hernández: «la cocina» era el lugar en el que, además de hacer la tarea bajo la supervisión de su mamá, «aplicaban la justicia» cuando los hijos se portaban mal.

José recordó que su padre lo sentó en la misma silla en la que hacía la tarea y le preguntó con toda seriedad: ‘¿Por qué quieres ser astronauta?’. Él le habló de la fascinación que le había provocado la transmisión en vivo de la caminata lunar.

«Mi papá se me quedó viendo y me dijo: ‘Yo creo que sí puedes hacerlo’ (se me pusieron los ojos grandes en ese instante). ‘Es más, te voy a compartir una receta de cinco ingredientes, muy simples. Si los sigues al pie de la letra, yo te prometo que puedes llegar a tu sueño'», contó José que le dijo su padre.

Cuando trabajaba en el campo de chiquito soñaba con llegar hasta el espacio.

Cuando trabajaba en el campo de chiquito soñaba con llegar hasta el espacio.

Ingredientes para un sueño

  1. Define qué es lo que quieres ser en la vida:

‘¿Qué es lo que quiere ser Pepe cuando sea grande?’, le dijo. Ni tardo, ni perezoso el niño contestó: «astronauta».

  1. Reconoce qué tan lejos estás de esa meta:

«Yo no lo dije, pero pensé: más lejos no podemos estar. Somos campesinos».

  1. Tienes que crear una ruta, un mapa:

‘De donde sabes que estás, hasta donde quieras llegar. Ese mapa va a servir como guía, durante toda tu vida, para que llegues a tu meta’, le dijo don Salvador.

  1. Estudio:

‘No hay substituto para un buen estudio y preparación’, dijo al futuro astronauta su padre, que nada más estudió hasta tercer grado de primaria.

  1. Esfuerzo:

‘El esfuerzo que le pones tú allá en el campo los sábados y domingos y siete días a la semana en el verano, en la cosecha del pepino, jitomate, cebolla, durazno, cereza, uva, ese mismo esfuerzo lo pones aquí en tus libros y más adelante en tu trabajo. Siempre, siempre, siempre entrega más de lo que la gente espera de ti’, remató el padre.

‘Mezclas todo eso hijo, y esa es la receta para triunfar en la vida’, recordó José Hernández que le dijo su papá.

«Yo me fui a dormir bien a gusto esa noche porque me dije: ‘¡Guau! Mis papás piensan que puedo ser astronauta, así que lo voy a hacer’ «, aseguró el también aspirante a político.

Persistencia astronómica

El ingreso de Hernández a la NASA no fue sencillo. Después de uno de los once rechazos pensó en «tirar la toalla». Pero su esposa Adela le dijo que si no intentaba de nuevo se iba a quedar con la duda toda la vida.

—¿Cómo le hizo para no frustrarse cada vez que lo rechazaban y seguía intentando?

—Yo creo que lo que pasó en mí es que realmente quería ser astronauta, y por eso no me daba por vencido. Segundo, lo mejor que pude hacer cuando empecé a analizar por qué no me seleccionaba la NASA fue (después de como cinco años de recibir cartas de rechazo) hacerme una pregunta muy básica, muy simple, sobre los astronautas que elegían: ‘¿Qué tienen ellos que yo no tengo?’.

Para no quedarse atrás, José hizo un curso de piloto; luego uno de buceo, e incluso aprendió ruso, características que tenían los candidatos exitosos. Pasaron años y después de más rechazos volvió a cuestionarse: «¿Qué es lo peor que puede pasar si no me selecciona la NASA?».

«Que no me seleccionen [eso sería lo peor]. Pero… ¡fregados! Tengo una carrera tremenda, soy piloto y buzo. Es un buen premio de consolación». Además, lo mejor era que «disfrutaba todo lo que estaba aprendiendo».

Tras despertar del sueño

A pesar de todas las satisfacciones que le dio, Hernández confesó que el trabajo en la NASA lo limitaba. Después de llegar al espacio a bordo del Discovery lo empezaron a invitar de todas partes, especialmente de México, para que diera pláticas de motivación y contara su conmovedora historia. La agencia espacial no lo dejaba viajar con tanta frecuencia, ni concretar otros proyectos personales.

Cuando les planteó que quería escribir un libro para inspirar a las nuevas generaciones, la NASA le dijo que no podía porque sería para «lucrar». Insistió sugiriendo donar todo lo que ganara, pero tampoco lo dejaron.

Así que, cuando llegó el momento de decidir cuál sería su siguiente paso, Hernández optó por dejar la agencia espacial.

En 2011 y a petición del presidente Barack Obama, Hernández se lanzó como candidato al Congreso de Estados Unidos, pero perdió. Contendió por el Distrito 10 de California; el Republicano Jeff Denham, su oponente, le ganó.

Actualmente, Hernández tiene una empresa llamada «Tierra Luna», el mismo nombre del restaurante de comida mexicana que tuvo cuando vivió en Texas. Gracias a sus estudios de ingeniería y a la experiencia como astronauta, brinda asesoría técnica a gobiernos como el de México en temas como la compra y mantenimiento de satélites de comunicación.

«La compañía, nomás tiene un año y medio. Nos está yendo súper bien», dijo Hernández sentado en su sala de juntas. En el lugar, resalta al entrar una fotografía del astronauta con el ex presidente de México Felipe Calderón.

—¿Los gobiernos pagan mucho [por estos servicios]?

—Sí, es un trabajo muy especializado. No cualquiera lo hace, y sí, es bastante caro.

—¿Como cuánto cuesta uno de esos satélites?

—Cuesta como 300 millones de dólares. Y luego se le agregan otros 100 millones para lanzarlo. Entonces, son como 400 millones por cada satélite.

A pesar de haber perdido la contienda política que lo hubiera llevado a ocupar un lugar en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Hernández dice sentirse afortunado de poder dedicarse a su compañía de ingeniería hoy por hoy. Económicamente le conviene más, y le permite darle a sus hijos «la educación que ellos quieran».

La película de Astro José

Durante su viaje en el transbordador, José Hernández se volvió muy popular por tuitear en español desde el espacio, utilizando el nombre de @Astro_Jose. El ingeniero de 52 años ofrece charlas como motivador en los diversos eventos a los que lo invitan. Hace unos meses, inauguraron una escuela que lleva su nombre en la ciudad de San José, California.

También escribió el libro «El cosechador de estrellas». ¿Qué sueño le falta por cumplir a Astro José? Tener su propia película. Y tal parece que ése también se le va a cumplir.

Según José, la película la va a hacer Sergio Arau, quien se hizo famoso por la cinta «Un día sin mexicanos», una inteligente parodia sobre lo que podría ocurrir en Estados Unidos si los mexicanos dejaran de trabajar. Hernández cree que la cinta podría empezar a filmarse este mismo verano. También compartió que su hija quiere ser actriz, y que si el director lo acepta, a ella le gustaría salir en la película.

Bromeando, dice que si Salma Hayek o Eva Longoria interpretan a su esposa, él se ofrece a hacer de sí mismo.

Cuando le ‘cayó el veinte’

Un día en Stockton, después de trabajar una larga jornada en la cosecha del pepino, sentado en la parte de atrás del carro de su papá y con los pantalones de mezclilla tiesos de lodo y rasposos, el niño José Hernández pensó: «Tiene que haber una vida mejor que ésta».

Su padre lo miró a él y a sus hermanos cansados, por medio del espejo retrovisor. Al voltear a verlos, les dijo que recordaran ese momento «porque ése podía ser su futuro si no estudiaban».

Don Salvador les aclaró que no los iba a obligar a estudiar, ni a tener buenas calificaciones; pero que si tenían dudas acerca de cómo podría ser su futuro sin el estudio, ahí estaban viviendo en el campo lo que podía ser su vida adulta.

«En ese momento me encantó la escuela», dijo José.

José para presidente

La vida de José Moreno Hernández da muestras de que no es un hombre que se rinde fácil ante las adversidades. Perdió como candidato al Congreso, pero al parecer sigue teniendo en la mira la política.

En su oficina de Stockton -ciudad muy castigada por la crisis económica estadounidense, que se declaró en bancarrota en 2012, donde lo más emocionante es conocer al astronauta de origen mexicano- también hay una foto de José con el presidente Obama.

—Oiga, ¿no le gustaría ser el primer presidente latino de Estados Unidos?

Suelta la carcajada y se pone serio.

—Nunca hay que decir que no.

Datos adicionales:

-Nació el 7 de agosto de 1962 en French Camp, California (cerca de Stockton).

-Sus padres, Julia Moreno y Salvador Hernández, son originarios de Michoacán.

-Estudió ingeniería eléctrica en la Universidad del Pacífico.

-Estudió una maestría en ingeniería eléctrica y en computación en la Universidad de California en Santa Barbara.

-Aprendió inglés hasta los 12 años

*Publicada en ElTecolote.org

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