Mis ocho atracciones favoritas de Praga

Minientrada

Vista desde el Castillo de Praga. Foto: María A. Mejía

Por María Antonieta Mejía

Para ir a Praga cualquier temporada es buena. La primera vez que fui era verano y andaba con una mochila al hombro. La más reciente fue el otoño pasado. Es una de mis ciudades preferidas y si la visitan hay lugares que no deben perderse.

Para empezar

Desde la ventana del Hotel Praga 1. Foto: María A. Mejía

A diferencia de otras ciudades europeas igualmente hermosas como París, el alojamiento en Praga es más barato. Por ejemplo, si viajan en invierno en temporada baja por ahí del 20 de febrero, una habitación de hotel para dos personas en el Hotel Villa Montparnasse de París les puede costar unos $103 dólares por noche. En contraste en el Hotel Praga 1, de Praga, la habitación doble les podría costar unos $76 dólares en la misma fecha. Ambos hoteles son muy cómodos, limpios y tienen buena ubicación. Además cuando yo me quedé en el Hotel Praga 1 el desayuno estaba incluido y en el hotel de París no.

 

Lo que más me gusta de Praga

 

Turista posando para una foto en el Puente de Carlos. Foto: María A. Mejía

  1. Hay muchos sitios interesantes para conocer en Praga, pero a mí el que más me gusta para empezar el recorrido es el Puente de Carlos o Karluv Most. Es uno de los puentes más famosos y hermosos de Europa. A lo largo del puente uno puede ver diversas estatuas antiguas de santos e incluso sobar a uno de ellos con el propósito de regresar (según cuenta la leyenda popular). También hay artistas pintando, músicos, y un montón de turistas.
  2. El Reloj Astronómico es una belleza. Si pueden suban a la torre y vean la vista de Praga desde lo alto. Pero la verdad, lo más interesante se observa desde abajo. Cada hora ante la mirada fascinada de cientos de turistas (aguas con sus carteras) el reloj ofrece un espectáculo de apóstoles y estatuas mecánicas que vale la pena disfrutar. El reloj tiene más de 600 años de antigüedad.

    Reloj Astronómico de Praga. Foto: María A. Mejía

  3. El Teatro Nacional o Narodni Divadlo. Es el lugar donde se presentan los mejores espectáculos de ópera y de ballet en la capital checa. El edificio en sí es una joya arquitectónica y su enorme tamaño representa la gran importancia que tiene la vida cultural en Praga. Un espectáculo de ópera en un asiento barato les puede costar unas 350 coronas (unos 15 dólares). No dejen de ir.
  4. Rudolfinum. En Praga hay muchos lugares para ir a escuchar música clásica. Incluso dentro de algunas iglesias antiquísimas pueden deleitarse con melodías de autores famosos. Uno de mis sitios preferidos en mi última visita fue este recinto neorenacentista, en el que pude disfrutar de la música de Mozart, Vivaldi, Bach y Dvorak, entre otros.
  5. Castillo de Praga o Prazsky hrad. Como toda ciudad de cuento de hadas, en Praga no podía faltar un castillo. Este es un lugar que debe de estar en su lista de sitios obligados para visitar en la capital checa. Es inmenso y puede resultar abrumador, pero como decía mi papá: «No es manda». Antes de llegar hagan su investigación y empiecen por lo que más les interese ver. El Castillo de Praga fue construido en el siglo IX y está integrado por un conjunto de palacios y edificios conectados por pintorescas callecitas. Mi sugerencia es que comiencen por la Catedral de San Vito. En el castillo pueden quedarse todo un día o si tienen poco tiempo por lo menos unas cuatro o cinco horas.

    Praga está llena de cafeterías interesantes. Pero por favor se controlan con el azúcar. Foto: María A. Mejía

  6. Un café a la salud de Kafka. El nombre del famoso escritor checo Franz Kafka se puede encontrar en todas partes a lo largo de Praga. Hay un museo de Kafka, una inmensa cabeza plateada de Kafka que se mueve a las afueras de un centro comercial, souvenirs de todo tipo e incluso un café que lleva su nombre, y donde según cuentan nació el escritor. El café no es cosa del otro mundo, pero para tomar un macchiato por 85 coronas (menos de cuatro dólares), no está mal. En café está cerca del barrio judío.

    La capital checa es un paraíso para los amantes de la cerveza. ¡Salud! Foto: María A. Mejía

  7. Cervecerías checas. No es una, son varias, y por eso mejor recomendarles que vayan a todas las que puedan. Una en particular que me encantó fue la cervecería del Monasterio de Strahov. El pretexto fue ir a conocer el monasterio y la hermosa biblioteca antigüa que está en su interior, pero al salir, y con el frío que hacía, no hubo más remedio que probar la cerveza que elaboran ahí. Una delicia total. Y para acompañarla no dejen de pedir el sandwich de cerdo. Mmmm.

    Una de las pinturas de la Epopeya Eslava de Alphonse Mucha. Foto: María A. Mejía

  8. La obra Epopeya Eslava (Slav Epic) del artista Alphonse Mucha. No se pueden ir de Praga sin deleitarse con las enormes pinturas de este artista checo. Mucha es conocido por sus pinturas e ilustraciones de estilo art nouveau y tardó años en terminar su obra maestra de 20 enormes pinturas en las que narra la historia de los checos y los eslavos.

Otros consejitos

La primera vez que viajé a Praga, de mochilera y universitaria, no contaba con mucho presupuesto para comer. En esa ocasión la comida de Praga me pareció bastante mala en general. Pero en mi segunda visita y después de muchos años descubrí que es cuestión de buscar.

No es que Praga sea una de mis ciudades favoritas por su comida, pero se pueden encontrar delicias callejeras y baratas como el goulash, el trdelnik, el vino caliente y el strudel de manzana.

Buen viaje, disfruten de Praga y luego me cuentan cómo les fue.

P.D. Y no se olviden de sobar al santo del Puente de Carlos para que regresen… A mí sí me funcionó.

Hay que sobar al santo correcto para regresar a Praga. Foto: María A. Mejía

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Siete días en París, antes del terrorismo

Majestuosa vista de París desde lo alto de la Catedral de Notre Dame. Foto: María A. Mejía

Majestuosa vista de París desde lo alto de la Catedral de Notre Dame. Foto: María A. Mejía

*Esta crónica la empecé a escribir meses antes de los ataques terroristas de noviembre de 2015, y todavía sigo pensando que viajar a París es una gran idea

Por María Antonieta Mejía

París, Francia.- Para quienes ya estuvieron en Europa alguna vez e hicieron uno de esos tours de ‘media hora’ en cada ciudad, ya es hora de relajarse y viajar a gusto.

París hay que gozarla por varios días seguidos, sin la presión de un itinerario.

Por supuesto que si el viaje elegido a Europa es uno que comprende diferentes ciudades e implica una corta estancia en la capital francesa. ¡Ni hablar! Hay que salir corriendo a hacer cola a la Torre Eiffel y subirse en uno de esos autobuses turísticos de dos pisos que lo único que hacen es dejar al viajero con las ganas de quedarse varias horas en cada lugar.

Pero como en este recorrido nos podemos quedar por lo menos siete días en París, hay que tomarlo con calma y pasear día por día, como si viviéramos en la cosmopolita urbe.

Por el Café de Flore han pasado grandes de la literatura como Elena Garro y Jean Paul Sartre. Foto: María A. Mejía

Por el Café de Flore han pasado grandes de la literatura como Elena Garro y Jean Paul Sartre. Foto: María A. Mejía

Día 1. La Torre Eiffel

Aunque tengamos una semana por delante, es recomendable ir el primer día a la famosa torre construida por Gustavo Eiffel para la Exposición Universal de 1889. Hoy en día la imponente estructura es todo un símbolo parisino, pero cuando la construyeron fue severamente criticada e incluso la llamaron en tono burlón el «espárrago de metal».

Al llegar ahí hay que subir hasta la punta, aunque tengamos la tentación de querer ahorrar y quedarnos más abajo. La vista desde la parte más alta es majestuosa, especialmente si es un día despejado. Pero aunque esté nublado, haga frío o llueva hay que subir a la torre. Es una experiencia única. Una recomendación especial es tomar una copa de champagne (aunque sea compartida porque cuesta 15 euros). Estar ahí merece un brindis.

Día 2. Museo de Orsay

No es tan grande ni tan famoso como el Museo de Louvre, pero es uno de los museos más hermosos del mundo para ver arte impresionista. El mero edificio, donde antiguamente había una estación de tren, es una joya de la arquitectura art nouveau. Fue diseñado por el arquitecto Víctor Laloux.

Además de las centenas de obras de pintores como Vincent van Gogh, Pierre-August Renoir, Paul Cezanne y Claude Monet la antigua estación ferroviaria es tan bella, luminosa y está tan bien mantenida que vale la pena ir nada más a ver el edificio.

Y el alimento no es sólo visual, después de admirar sus numerosas pinturas y esculturas, habrá que hacer una parada obligatoria en el histórico Restaurant Musée d’Orsay, donde el tiempo parece haberse detenido. Si su presupuesto es magro, con un té o un chocolate caliente con canela habrá que conformarse. No se olviden de mirar hacia el magnífico techo.

Día 3. Catedral de Notre Dame

La ponemos en el día tres por ubicarla en algún lugar del itinerario, pero la verdad es que hay que ir a verla varias veces: de día, de noche, de tarde. Es toda una aparición ‘divina’ si acudimos de noche y vamos en el metro a verla. Al salir de la estación caminando nos encontramos súbitamente con el imponente edificio gótico iluminado. En ese momento perdemos el aliento y no nos queda más que quedarnos parados admirándolo por largo rato.

Habrá que volver y verla por dentro para apreciar sus coloridos vitrales que contrastan con lo gris y antiguo de su interior. Pero lo que debe ser obligatorio es subir a ver las gárgolas que se encuentran en lo alto de la catedral. No es fácil subir los 400 escalones, pero vale totalmente la pena. Ver París desde las alturas, con las gárgolas de por medio, es una sensación mágica.

Entrar a la catedral que tardó 200 años en construirse es gratis, pero subir a ver las gárgolas no. Hay que pagar 8.50 euros. Si compran un pase de varios días para visitar los museos pueden usarlo para subir sin pagar.

La popular catedral gótica es el lugar más visitado de París. Cada año unas 14 millones de personas entran a conocerla.

Día 4. Museo de Louvre

Una visita al Museo de Louvre es una experiencia similar a la que uno vive cuando va al Museo Metropolitano (MET) de Nueva York. Los dos son museos enormes que no se alcanzan a ver completos en un solo día, pero son memorables. Antes de llegar elijan las obras más importantes que quieran ver como la Monalisa, el Código de Hammurabi o la Venus de Milo. Después ya con calma déjense llevar por el instinto y caminen sin prisa contemplando colecciones de arte milenarias y fascinantes.

El Louvre es inmenso y un tanto abrumador. Está lleno de turistas que están más preocupados por sacarse una foto con la Monalisa que en ver la famosa pintura de Leonardo Da Vinci. Si compran el pase de varios días para ver diferentes museos se van a ahorrar la cola (a veces bastante larga) por la que entra la mayoría de la gente.

Día 5. Montmartre

La blanquísima e imponente Basílica du Sacré-Coeur (que se encuentra en lo alto de la colina de Montmartre) se puede ver desde varios puntos de París, pero nada se compara con verla de cerca y subir, ya sea caminando o en funicular, para ver su interior.

Luego de visitarla no se pueden ir sin tomar un café o té en la plaza donde se convocan pintores y caricaturistas a hacer los retratos de los turistas incautos que pasan por ahí. Al bajar la colina pueden ir a ver el Moulin Rouge que está por ahí cerca.

Día 6. Versalles

Hay que llegar bien temprano y tratar de no ir en domingo cuando las colas son larguísimas. Hay que elegir bien lo que uno quiere ver porque el lugar es realmente inmenso (no por nada ocurrió la Revolución Francesa). Con sólo ver el Palacio de Versalles uno puede pasar varias horas, si se quiere recorrer despacito. Pero además hay que caminar por los extensos jardines y visitar el Palacio de María Antonieta, que está bastante retirado (aproximadamente media hora caminando).

Es otro de esos lugares como el Museo de Louvre al que hay que acudir sin presión, porque si se quiere ver todo puede resultar abrumador.

Desde París los trenes salen de manera frecuente hacia Versalles y el trayecto es de menos de media hora.

Día 7. La liberté

El techo de la Ópera Garnier pintado por Marc Chagall. Foto: María A. Mejía

El techo de la Ópera Garnier pintado por Marc Chagall. Foto: María A. Mejía

Los planes pueden cambiar día a día en el itinerario, pero es recomendable dejar un día libre de visitas a museos y monumentos. Ese día se puede elegir para caminar a lo largo de los Campos Elíseos o para ver de cerca el Arco del Triunfo (al que se puede subir). O quizá quieran ir de compras a las Galerías Lafayette; aunque no compren nada vayan nada más a ver el majestuoso techo de cristal del edificio.

Ese día en la noche o durante alguna de las noches previas es muy recomendable ir a la Ópera Garnier a ver algún espectáculo. No dejen de mirar hacia arriba antes de que empiece el show, o al terminar, y quédense un buen rato contemplando el sublime techo de colores pintado por Marc Chagall.

Los favoritos de María Antonieta (no la reina)

Tomar algo en el Café de Flore debe ser una parada obligada en París. Foto: María A. Mejía

Tomar algo en el Café de Flore debe ser una parada obligada en París. Foto: María A. Mejía

  1. Café de Flore. Hay que tomarse un café con leche en este histórico lugar, por donde han pasado grandes figuras literarias como Jean Paul Sartre y Elena Garro.
  1. Fondue en Les Fondus de la Raclette. Este restaurante no está en una zona turística, van a tener que desviarse de su ruta, pero vale la pena. Tomen el metro y se bajan en la estación Parmentier y cuando prueben el fondue y la raclette verán que no les miento. Está justo en el número 107 de la Avenue Parmentier.
  1. Les Editeurs. Este lugar es perfecto para tomar una cerveza o cualquier aperitivo. Siéntense en las mesitas de afuera para ver pasar gente y si les da hambre pidan el salmón con sauerkraut y puré de papa.
  1. Latin Quartier. El barrio latino tiene muchas atracciones. Una de ellas es la Sorbona de París, pero además es una zona donde abundan locales de comida árabe. Pidan un kebab con papitas fritas y además de que les saldrá muy barato, quedarán más que satisfechos.
  1. Crepas, croissants, etc. No pueden irse de París sin entrar no a una, sino a varias panaderías y pastelerías. Hay una en la rue Daguerre donde además venden pizza con queso brie. No dejen de probarla. No importa si rompen la dieta, cuando regresen a su casa la vuelven a empezar.
  1. Vino de 3 euros, queso, foie gras y una baguette. En París por supuesto hay vinos y restaurantes muy caros, pero la verdad es que en cualquier esquina uno encuentra bocadillos deliciosos y vinos a precios muy económicos. Si ustedes no son de paladares demasiado exclusivos les recomiendo el vino de tres euros, los quesos, el foie gras y las deliciosas baguettes que encuentran en los diferentes negocios de la calle Daguerre. Si van un sábado en la mañana se van a sentir como todos unos parisinos.

Au revoir.    

*En los ataques terroristas del 13 de noviembre de 2015 murieron 130 personas, 89 de ellas estaban en un concierto en el teatro Bataclan.  

Viajar a París en los meses de frío

Por María Antonieta Mejía

La Rue de la Paix y al fondo la Ópera Garnier. Foto: María A. Mejía

La Rue de la Paix y al fondo la Ópera Garnier.
Foto: María A. Mejía

Para mí, la mejor inversión que puede hacer una persona en todo momento de su vida es viajar.

Comprar joyas, bienes raíces, oro, invertir en la bolsa de valores… todo eso está muy bien para quien le guste acumular fortunas. Yo soy más de atesorar experiencias nuevas, atardeceres memorables, paisajes exóticos.

Mi papá decía que cuando uno se muere, ‘no se lleva nada puesto’. Así que, siguiendo esa máxima, ya estoy planeando mi siguiente viaje.

La Torre Eiffel en un día de lluvia. Foto: María A. Mejía

La Torre Eiffel en un día de lluvia. Foto: María A. Mejía

La última vez que estuve en París llegué a bordo del Concorde, en un vuelo procedente de Nueva York que hizo poco más de tres horas. Nada más. Por supuesto yo no pagué el boleto; me lo invitaron. Ahora que me toca pagar, opté por viajar en clase turista. Un poco más barato. Bueno, de todas formas el Concorde ya no vuela, así que ni modo.

La maravilla de viajar a Europa en los meses de frío, es que es más económico. Casi cuesta la mitad o incluso la tercera parte de lo que sale viajar en verano, la temporada alta.

Es delicioso viajar en los meses de calor; pero si lo que quieren es ahorrar, vayan en invierno.

Cinco consejos básicos

  • Lo primero es comprar un buen libro de viaje sobre París (y leerlo)
  • Elegir los lugares principales que quieren visitar antes de llegar
  • Hacer un itinerario día por día
  • Estar dispuesto a modificar el itinerario cuando se presente algo más interesante
  • Y disfrutar cada día

 

Cuatro cafés con personalidad en San Francisco

Un latte de Four Barrel. Difícil de superar. Foto: María A. Mejía

Un latte de Four Barrel. Difícil de superar. Foto: María A. Mejía

Por María Antonieta Mejía
SAN FRANCISCO.— Hay de cafés a cafés. Los hay de esos sencillos sin ninguna pretensión, en donde se vende el café y ya está. No dan ganas de quedarse más que el tiempo que uno tarda en pedirlo y pagar. Esos cafés son para las emergencias, para cuando uno anda de prisa. Pero si el objetivo es pasar un rato agradable en una atmósfera especial, leyendo, escribiendo, platicando o simplemente filosofando, acá les van cuatro opciones de cafés con personalidad en el barrio latino de San Francisco, la Mission.Los cafés aquí mencionados fueron elegidos de manera arbitraria, porque no son lugares de los que uno quiere salir corriendo después de surtirse de su cafeína diaria; al contrario, dan ganas de quedarse por varias horas y tomarse más de un café; eso sí, en una taza de verdad.

Four Barrel

Si lo tuyo es la onda ‘hipster’, no busques más: el café Four Barrel, ubicado en el 375 de la calle Valencia, es además de un lugar excelente para tomar café, un sitio interesante para observar gente. Chicas y chicos que parecen modelos salidos de una revista alternativa se dejan ver todos los días en este lugar, al que acuden con el pretexto de comprar su café. Los jóvenes que sirven las bebidas —y los ricos panecillos— también son dignos de admirar. Para que se den una idea, hace tiempo lanzaron una línea de tazas con las caras de algunos de los baristas. El café de Four Barrel es delicioso y fuerte, en especial el latte. Advertencia: es más caro que otros cafés de la zona. Los croissants de distintas variedades también tienen lo suyo.

Panadería La Victoria

Ya sé, van a decir que la panadería La Victoria no es un café. Y en realidad no lo es, pero además del delicioso pan dulce que venden, por supuesto venden café y también chocolate caliente. Es un lugar al que uno no va precisamente por el café, sino por el pan. Pero ya que está ahí se quiere quedar y como pretexto pide un cafecito. O sea, vayan y no se van a arrepentir. La Victoria es una panadería antigua con sillas altas y gente que lo hace sentir a uno como en casa. Se encuentra nada menos que en la calle 24, en el número 2937, en el corazón de la Misión. Por su local han pasado unas cuantas celebridades, entre ellas la mismísima Lila Downs, cuando me concedió una entrevista.

Phil’z Coffee

Es posible que ustedes hayan visto más de una sucursal de Phil’z Coffee, e incluso que se hayan encontrado el café de Phil’z en algún evento importante como en el festival musical Outside Lands. Pero la sucursal de la que hablaremos aquí es la original, que se encuentra en el barrio de la Misión, en la esquina de las calles 24 y Folsom. Ahí el olor a café es el rey. No importa si no se lo sirven a uno en taza de verdad. El café de Phil’z es fuerte: yo les recomiendo un Tesora con leche, o un Mocha Tesora si les gusta el chocolate. Indescriptible. Y no crean que cuando vayan a Phil’z el café lo va a hacer una máquina, no, no, no. En Phil’z el café se hace con un método de filtración, uno por uno, así que más natural ni en casa.
Café de Phil'z con hojas de menta. Foto: María A. Mejía

Café de Phil’z con hojas de menta. Foto: María A. Mejía

Tartine Bakery

Este es otro lugar que no es nada más un café. Acá los pasteles y el pan son más que reyes, emperadores. Pero también los sandwiches doraditos, sobre todo el de jamón y queso, son muy solicitados. El pretexto, de nuevo, es el café con leche, que si se toma ahí viene servido en unas tazas enormes. Aunque en realidad lo que cautiva de Tartine es la combinación entre su atmósfera cosmopolita, su café con leche, sus postres y el pan. La única desventaja es que es un tanto caro, pero para el día de pago, es buen lugar para visitar. Está ubicado en la calle Guerrero, pero más cerca del parque Dolores, en el número 600.

El último viaje de 2014

El hermoso mar de Ensenada.  Foto: María A. Mejía

El hermoso mar de Ensenada, Baja California.
Foto: María A. Mejía

Por María Antonieta Mejía

Parece que este será el último viaje de 2014, pero uno nunca sabe… Vamos en tren hacia Los Ángeles, después rumbo a San Diego, y pasaremos la navidad en Ensenada. Traigo puestos mis tenis grises de caminar largo. Nada ‘fancy’. Cómodos y más resistentes al agua que los negros caladitos.

Este año ha sido toda una aventura. A pesar de ser freelance y no tener un trabajo fijo, me siento feliz y plena. Como dicen los memes de la Rana René: Hay días en que me gustaría tener un trabajo fijo, pero después me acuerdo de cuando trabajaba de tiempo completo y se me pasa…

Muchos viajes este año: Argentina, México, el Gran Cañón, San Antonio y Nueva York. Espero que vengan muchos más en 2015.

Mientras escribo veo el mar, en toda su inmensidad. Está por caer el sol. Un chico guapo lee el periódico frente a mí. ¿Qué más se puede pedir?

Llegaremos a Union Station esta noche…

El viaje desde San José, California, hasta Los Ángeles, es de varias horas. Empieza en la mañana y termina en la noche; pero la verdad, se pasa rápido. Cuando uno se da cuenta, ya llegó.

Hay muchas cosas para hacer en el tren: leer, platicar con gente desconocida a la hora de la comida, mirar el paisaje, pensar, escribir, tomar mate. Y si uno es de los suertudos que viaja en un cuarto con cama, también puede ir al cine que está en el tren.

La llegada

El hotel Metro Plaza que está cerca de Union Station es muy práctico. No es muy caro (cuesta poco más de $100 dólares la noche), ni muy bonito, pero tiene una ubicación muy cómoda para quien viaja en tren. Está limpio y te regalan café las 24 horas del día. Si llegas tarde, puedes ir a cenar a alguno de los restaurantes chinos que están cerca; pero ni se te ocurra ir al Mayflower, porque a pesar de tener buen ambiente y ser barato, ninguno de sus platillos es digno de recordar. Ni siquiera el arroz está bueno. Lo único que se salva son las galletas de la suerte y el té.

A una cuadra del hotel, la mejor opción es ir al histórico restaurante Philippe, que desde hace más de 100 años sirve sandwiches remojados al estilo ‘French dip’ (sería la versión ‘gringa’ de una torta ahogada, o algo así). El de carne está muy rico porque lo sirven calientito.

Un día en Los Ángeles    

Los Ángeles me recuerda mucho a la Ciudad de México: es uno de esos lugares en los que tienes muchísimas opciones para ir a conocer. Si vas de trabajo o nada más por puro gusto, aprovecha tu día libre y lánzate -por ejemplo- a los estudios Paramount.

No es una atracción para niños, ni tampoco para adultos que se aburran fácil. La visita dura dos horas, y es medio lenta, pero interesante para quien le guste ver sets de cine donde se filmaron películas famosas. Hoy en día, allí se filman algunos programas de televisión como CSI Los Ángeles.

Si no quieres gastar mucho para ir a comer por ahí cerca, lánzate a Pink’s y cómete un hot dog. No te vas a arrepentir. Son enormes y deliciosos. Mi favorito es el chili cheese dog (no son aptos para la dieta). Y no se te olvide pedir unos onion rings para acompañar tu hot dog.

Un solo día en Los Ángeles es muy poco, pero si tienes tiempo, puedes ir a pasear en la noche por Hollywood y ver las estrellas de montones de artistas en el Paseo de la Fama. A lo largo de Hollywood Boulevard te vas a encontrar el hotel Roosevelt, uno de esos lugares como salidos de las películas precisamente de Hollywood. No te pierdas el tour por la alberca. En verano está llena de jóvenes que parecen estrellas de cine, con cuerpos atléticos y caras de artistas. Antes de entrar al hotel, si tienes hambre, puedes hacer una escala técnica en el restaurante 25 Degrees (integrado al Roosevelt) y comerte una hamburguesa en la barra. Las papitas también son deliciosas.

El hotel es caro: cuesta poco más de $300 dólares la noche. Pero por conocerlo no se paga, así que lánzate a disfrutarlo.

Salida a San Diego

El viaje en tren desde la estación Union Station de Los Ángeles hacia San Diego es de lo más cómodo. Puedes salir una tarde a las 3:00, y a eso de las 5:30 pm ya llegaste a la estación del centro de San Diego, conocida popularmente como Santa Fe Depot. No tienes que pasar seguridad, ni preocuparte por llevar una botella de agua al abordar. Viajar en tren es más sencillo que subirte a un avión. Y si no tienes demasiada prisa, te puedes dar el lujo de ver caer el sol desde la ventana de tu vagón.

Además la estación de Los Ángeles es divina. Aunque no tomes el tren tienes que conocerla.

Vámonos a México

Para entrar a México por tierra no te piden ni el pasaporte.  Foto: María A. Mejía

Para entrar a México por tierra no te piden ni el pasaporte.
Foto: María A. Mejía

Para quien vive en Estados Unidos, San Diego puede ser una ciudad bonita y pintoresca, pero muy parecida a otras que ya conoces. Si lo que quieres es cambiar de aires y dejar de ver McDonald’s en cada esquina, mejor vete a México.

Cuando cruzas la frontera desde México a Estados Unidos por carretera puedes pasar horas esperando tu turno, pero para entrar a México por tierra no te piden ni pasaporte.

La carretera de Tijuana a Ensenada es una de las más hermosas del mundo. Prácticamente durante todo el trayecto de poco más de una hora vas viendo el mar. Y en serio, no te cansas de verlo. Recientemente reabrieron un tramo de la carretera de cuota que estaba cerrado.

Una de las paradas obligadas para los amantes del buen comer es Puerto Nuevo, en donde el menú es una perfecta fusión de sabores: langosta con mantequilla, enormes tortillas de harina, arroz, frijoles y salsita picante si quieres. Después de eso puedes morir tranquilo.

I left my heart in Ensenada…

Al llegar a Ensenada sigue el tour gastronómico: tostadas de ceviche en carritos callejeros (mi favorito es el del Güero, que está cerca de la calle Ruiz, frente a la Comisión Federal de Electricidad); también los tacos de pescado de Don Zefe, o los del Mercado Negro (frente al mercado de mariscos); y los cocteles frescos de camarón, pulpo y almeja en algún puesto callejero del centro. Pide que le agreguen aguacate. Antes de vivir en Ensenada durante la década de los ochenta a mí no me gustaban mucho los mariscos; pero ahora, gracias a mi paso por ahí, soy fan de las tostadas de ceviche y los tacos de pescado.

Un taco de pescado y uno de camarón de Don Zefe. Una delicia. Foto: María A. Mejía

Un taco de pescado y uno de camarón de Don Zefe. Una delicia.
Foto: María A. Mejía

Pero no todo es comida. También hay cultura, vino y atractivos naturales.

Una visita al CEARTE (Centro de las Artes de Ensenada) te puede hacer pasar una tarde o mañana muy agradable. Las exposiciones de pintura se renuevan de cuando en cuando. Si tienes suerte puedes ver cuadros como Frida en Ensenada.

También puedes ir a visitar algunos viñedos en el Valle de Guadalupe. La Casa de Doña Lupe es uno muy pintoresco, y otro más grande es el de Cetto.

Si tienes tiempo también puedes ir a la Bufadora y contemplar los caprichos que produce el mar al chocar con una caverna rocosa.

La visita a Ensenada no estaría completa si no te lanzas una noche al Hussong’s, una famosa cantina que tiene más de cien años de existir. Después de tomar una cervecita o un tequila con limón y sal, y si todavía tienes pila, te puedes dar una vuelta por el Papas&Beer, un lugar que desde hace años es el centro de diversión de la juventud local y de los muchos estadounidenses que viajan a México para experimentar lo que en su país no se atreven.

El Papas cambió de su local original a uno más grande que está justo frente al antiguo en la esquina de la Avenida Ruiz y la Calle Primera. Lo que no ha cambiado nada es el ambiente animado y agradable del lugar.

Fin de fiesta, por ahora…

El 2014 terminó como empezó: con un gran viaje. Mi primer paseo de 2014 fue al Gran Cañón, un lugar que visité por primera vez. En mi opinión, es uno de los parques naturales más hermosos de Estados Unidos. Si lo combinas con un viaje a Las Vegas en coche, seguro que te sale muy barato.

El Gran Cañón es uno de los parques naturales más espectaculares de Estados Unidos.  Foto: María A. Mejía

El Gran Cañón es uno de los parques naturales más espectaculares de Estados Unidos.
Foto: María A. Mejía

El año casi terminó en México, con una visita a mi adorada Baja California. Parece que cuando viví ahí hace muchos años, se me quedó un pedacito de corazón entre sus rebeldes y agitadas olas. Así que cada tanto tengo que volver para recuperarlo.

El último, último viaje de este año será a San Francisco, ahí recibiré el 2015 con mi compañero de viaje preferido.

San Francisco es una de mis ciudades favoritas del mundo. Es todo un privilegio poder despedir este grandioso año lleno de viajes, en una grandiosa ciudad.

Ya estoy lista para empezar la bitácora de viajes y de aventuras para 2015…

Navidad en Disney

Además de las atracciones típicas, encontrarás mucho para celebrar durante las fiestas en los parques de Disney

 

Pooh frente al arbolito de navidad.  Foto: María A. Mejía

Pooh frente al arbolito de navidad.
Foto: María A. Mejía

 

Por María Antonieta Mejía

ANAHEIM.— Desde los últimos días de noviembre y durante todo diciembre, los parques de diversiones Disneylandia y Disney California Adventure, en el sur de California, se llenan de espíritu navideño. A las atracciones típicas se suman decenas de arbolitos de Navidad divinamente adornados, personajes de Disney con gorritos de Santa Claus, e incluso se realizan desfiles totalmente dedicados a celebrar las fiestas decembrinas, con todo y renos.

Desde la semana del Día de Acción de Gracias, en la que muchas familias toman vacaciones, al igual que durante finales de diciembre, chicos y grandes acuden a los parques a disfrutar de los juegos y las atracciones.

La casa de los sustos más encantadora

Una de las paradas obligadas en Disneylandia en esta temporada es The Haunted Mansion (La Mansión Embrujada), donde un adorable Jack Skellington —protagonista de la película The Nightmare Before Christmas, de Tim Burton— hará muy divertido y diferente el trayecto por la mansión llena de fantasmas.

Jack, disfrazado de Sandy Claws (una especie de Santa Claus, pero con colmillos y mucho más flaquito) se pasea entre la enorme casa de los sustos, en la que se combinan los temas de Halloween y Navidad.Uno de los elementos que más destacan en la Mansión, además de Jack y de los simpáticos fantasmas (que en lugar de asustar encantan) es la enorme casa de galletas de jengibre que adorna el salón de baile de la mansión embrujada. Hay que estar atento porque hasta el aroma del jengibre se huele cuando el carrito de uno pasa por allí.

Navidad latina

Este año, en Disney California Adventure —el parque que está al lado de Disneylandia— se ofrece desde mediados de noviembre hasta el 6 de enero una atracción especial denominada: Disney ¡Viva la Navidad!

Está ubicada en el área de Paradise Garden, e incluye música latina en vivo, lecciones de baile, artesanías y puestos de comida donde se venden platillos típicos de México, como pozole, mole, champurrado y tamales. Del 3 al 6 de enero también habrá rosca de reyes, para celebrar el día en que llegan los Magos de Oriente.

Más allá de la Navidad

Si bien durante la temporada de fiestas verás arbolitos de Navidad y gorritos de Santa hasta en la sopa, los juegos y atracciones de siempre seguirán ahí.

Si vas a Disney California Adventure, no te olvides de visitar el área de Cars Land, que recrea escenas de la película Cars, de Disney-Pixar.Sin duda, el juego de Radiator Springs Racers te hará pensar que estás en una pista de carreras compitiendo a toda velocidad con tu familia. No hay que perdérselo.Una recomendación: si quieres entrar sin perder tanto tiempo en la cola (a veces puedes esperar más de una hora y media) fórmate unos veinte minutos antes que cierre el parque. La espera a esa hora es de unos treinta minutos o menos. Otra sugerencia es que apenas entres a California Adventure, vayas directamente al juego y retires tu Fastpass, para volver luego a la hora señalada y acceder a la atracción casi enseguida.

Disfruta sin pagar

La entrada a los parques de Disney no es barata, pero si quieres ver gratis los deslumbrantes fuegos artificiales que se ofrecen cada noche, acércate hasta la puerta de Disneyland unos veinte minutos antes de que empiecen, elige un lugar cómodo y obsérvalos desde afuera.

Mucha gente se congrega en el espacio que existe entre los dos parques, al que es fácil llegar desde la avenida Harborside o desde el Downtown Disney.Y otra cosa: si acudes en temporada de frío no te olvides de llevar uno o varios abrigos.

¿Y dónde dejo a mi perro?

Como bien te puedes imaginar, los perros no pueden entrar a los parques de Disney; pero si decides viajar con Rufus y no sabes dónde dejarlo, no te preocupes: los señores de Disney han pensado en todo, con tal que pases el día entero ahí dentro.

Los parques cuentan con servicio de guardería para perros, a un precio de $20 por todo el día. Tienes que llevar constancia de vacunación contra la rabia, el moquillo (rabies y distemper, en inglés) y la hepatitis, y te van a pedir que cada tres o cinco horas regreses a la guardería para pasear a tu amiguito de cuatro patas. Lo único importante es ¡que no se te olvide recogerlo antes de irte a tu casa!

Publicado en ElMensajero.com

El día en que conocieron Disneylandia

Tres pequeñas argentinas cumplieron su sueño de conocer el famoso parque, pero no todo fue como lo imaginaban

Por María Antonieta Mejía

Walt Disney Studios. Foto: María A. Mejía

Walt Disney Studios. Foto: María A. Mejía

SAN FRANCISCO.— Para quien vive en el norte de California no es cosa del otro mundo ir en auto a Disneylandia. Pero para tres hermanitas argentinas llegar después de miles de millas en avión y más millas en carretera al famoso parque fue una experiencia realmente inolvidable. Antes que comenzara la primavera, Julia, Eugenia e Isabel viajaron con sus papás desde Argentina hasta California para conocer, entre otras cosas, la casita de Mickey Mouse.

Al llegar a Estados Unidos, Julia, la más chiquita, de cuatro años, no hacía más que hablar del día en que «iba a conocer a Mickey». No obstante, en el momento en que tuvo frente a frente al famoso ratón, ya no estuvo tan segura de querer tomarse la esperada foto.

Ella y sus hermanas posaron con el ratón Miguelito. Pero después de esa foto, Juli no quiso retratarse con otros personajes de Disney. Ni las princesas, ni el pato Donald lograron convencerla de posar con ellos. Con la sinceridad propia de una niña de cuatro años le hizo saber a su mamá la razón de su negativa: ella esperaba un Mickey «de verdad».

Isabel, Julia y Eugenia viajaron desde Argentina para conocer a Mickey Mouse.  Foto: María A. Mejía

Isabel, Julia y Eugenia viajaron desde Argentina para conocer a Mickey Mouse.
Foto: María A. Mejía

Para Eugenia, de ocho años, la experiencia de conocer Disneylandia fue única: comentó que el parque era «mucho más grande» de lo que se había imaginado.

«Estuvo re-lindo, la pasamos hermoso», opinó Euge. No obstante y sin perder la sonrisa, resaltó algunas de las cosas que no le convencieron: «algunos juegos estuvieron medio, medio… y en otros tuvimos que esperar mucho tiempo, la cola era bastante larga», afirmó.

«El final, los fuegos artificiales, fue la parte que más me gustó. Cuando salió Campanita volando, estuvo hermoso. A mí, la verdad que me fascinó», comentó Eugenia. Ella y su familia viven en Roldán, una ciudad cercana a Rosario.

El parque de al lado

A pesar que la experiencia en Disneyland fue maravillosa para Eugenia, después de un serio análisis sugirió que le había gustado más el parque de al lado: Disney California Adventure.

«El juego de Cars, el más nuevo, estuvo re-lindo», afirmó, refiriéndose a Radiator Springs Racers, una de las atracciones más populares del remozado parque, donde uno se sube a un autito como los de la película y va a gran velocidad. Sin embargo, a la chiquita no le gustó nada el aburrido tiempo de espera. «Nosotros hicimos una cola más corta, pero mi mamá hizo una hora y media. Imaginate», remató con el típico acento de la provincia argentina de Santa Fe.

La mayor parte de la fama internacional le pertenece sin duda a Disneylandia, con sus legendarias atracciones como Los Piratas del Caribe, Un mundo pequeño, o el tren que va rodeando el parque, y a bordo del cual se puede ver incluso dinosaurios «electrónicos» o el Gran Cañón del Colorado en miniatura. Pero es Disney California Adventure, construido sobre el antiguo estacionamiento de Disneyland y renovado en 2012, el que parece atraer más a las nuevas generaciones por sus juegos novedosos. Por ejemplo, los que se encuentran en Cars Land, la tierra que reproduce en cuatro dimensiones a los personajes y lugares de las películas Cars y Cars 2. Allí conviven el Rayo McQueen (Lighting McQueen) con su inseparable Tom Mate (Tow Mater, en inglés), el restaurant-gasolinería de Flo y la vulcanizadora de Luigi y Guido.

A Isabel, la mayor de las hermanas, le gustó más este parque «porque tenía mejores juegos». Pero admite que Disneyland también la impresionó mucho.

«Era más lindo y más grande de lo que esperaba. Lo que más me deslumbró fue el castillo», agregó, con la inocencia de sus diez años.

Si bien las atracciones más nuevas resultaron muy populares para las tres hermanas, hay que decir que algunos de los juegos más viejitos también les gustaron mucho.

A Eugenia le encantó el juego de las sillitas voladoras de Dumbo; y a Isabel, el Tiki Room, donde unos pajarracos animados cantan y entretienen a los presentes con algunas bromas tan viejas como ellos. Aunque renovada un par de veces, la atracción es de las originales. Estaba entre las preferidas del mismísimo Walt Disney, y él mismo la estrenó en 1955 al abrir Disneylandia.

«Esto no es real»

Con sólo cuatro cumpleaños a cuestas, Julia, la más pequeña, parecía confundir la fantasía y la realidad en varios momentos de su visita. En el Jungle Cruise, o Crucero de la Jungla —donde se ven elefantes, cocodrilos y leones durante un paseo en lancha— la pequeña preguntó si los animales eran de verdad.

«No, no son de verdad», le respondió una de sus acompañantes, para su tranquilidad. Luego de pensar durante unos minutos —y tal vez recordando la experiencia definitoria con el ratón Mickey— Julia resumió su impresión general sobre el parque de diversiones: «La verdad, acá en Disney, hay un montón de cosas de mentira».

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Australia, más que ver canguros

El único canguro que vi en Ayers Rock, Australia.

El único canguro que vi en Ayers Rock, Australia.

Por María Antonieta Mejía

SYDNEY, Australia.— Uno de los primeros pensamientos que uno tiene al planear un viaje a Australia es la posibilidad inminente de ver canguros. Pero, ¿qué pensarían si les dijera que después de casi diez días de estar en el exótico país no vi uno solo de los populares marsupiales?

El asunto es que para ver canguros en Australia hay que ir a lugares específicos. Uno de ellos, en Sydney, es el zoológico, pero la verdad para verlos en cautiverio no hay que ir hasta allá: con ir el fin de semana al zoológico de San Francisco es más que suficiente (de paso pueden ver también los koalas que aparecen en todo tipo de souvenirs australianos).

Pero si ustedes son de los que prefieren admirar otras cosas, y pueden vivir con la idea de partir de Sydney sin haber visto canguros, entonces sigan leyendo.

Consigan un amigo

Sydney es una ciudad cara. Con decirles que un aguacate sale casi cuatro dólares australianos (que valen más que el dólar estadounidense). Mi recomendación es que antes de viajar consulten con alguien que viva allá para que los oriente con respecto a precios y lugares que valen la pena para alojarse. Si consiguen un familiar o amigo que viva allá, mejor.

En cuanto al precio del boleto de avión, ahí sí que no hay mucho que hacer, porque no se van a librar de pagar por lo menos unos 900 dólares, si vuelan desde San Francisco en un viaje con escalas. Mi recomendación es que busquen el pasaje con un año de anticipación para conseguir una buena tarifa. Si tienen suerte como yo, capaz que terminan conociendo otra ciudad de manera inesperada. En el vuelo que tomé con Hawaiian Airlines (que, por cierto, me encantó su servicio), el vuelo de salida hacia Honolulu se retrasó por lo que perdí la conexión hacia Sydney y tuve que ‘sacrificarme’ y quedarme un día en Hawaii. Como la culpa fue de la aerolínea ellos pagaron todos mis gastos de ese día. O sea que el bronceado me salió gratis. Al llegar a Sydney hacía frío y llovía, porque era el fin del otoño. Las estaciones allá son opuestas: cuando acá es verano allá es invierno. Pero si les toca viajar en temporada de calor, o sea a fin de año, prepárense para temperaturas propicias para ir a la playa.

Hay que ir un mes

Cada vez que voy de viaje a algún lugar nuevo, pienso que debería de haber tomado más días de vacaciones, porque nunca me da tiempo de ver todo lo que quería. Pero para los diez días que estuve allá creo que vi lugares maravillosos.

Uno de mis sitios preferidos fue Bondi Beach. El color del agua ahí es de un azul zafiro diferente al de otros mares que he visto, es un azul intenso que no se cansa uno de ver. A lo largo de esa playa hermosa hay un sendero en lo alto por el que uno camina rumbo hacia otras playas famosas como Tamarama. La vista es abrumadoramente bella. Elijan un día de sol radiante para visitarla.

La Ópera de Sydney es otro lugar maravilloso que no pueden perderse. No sólo es importante verla por fuera, y deleitarse con su caprichosa estructura arquitectónica, sino que hay que ir a algún evento (aunque no sea de ópera) ya que a lo largo del año se presentan todo tipo de cantantes y espectáculos en el famoso recinto cultural. Cuando yo asistí se celebraba la Semana de la Reconciliación Nacional, en la que se realizan diversas actividades entre finales de mayo y principios de junio a favor de los aborígenes. Justo me tocó ver en esos días al cantante aborigen Gurrumul, quien a pesar de su ceguera se ha convertido en un famoso músico que ha cantado con artistas como Sting.

En esa misma época de finales de mayo y principios de junio se realiza un festival de luces que se llama Viviv Sydney. En esos días en diferentes puntos de la ciudad, como el edificio de la Ópera, se proyectan luces de colores e imágenes artísticas que en ocasiones van acompañadas de música; y gran parte de Sydney se convierte en un gran mural de color y movimiento.

Comida para todos los gustos

Sydney tiene un aire similar al de San Francisco. Es una ciudad muy cosmopolita, con hermosas vistas, edificios fabulosos, barrios bohemios y elegantes. Y por supuesto platillos para todos los gustos. Carne y mariscos deliciosos.

Una recomendación es el mercado de mariscos de Sydney. Es como ir a la Viga en la Ciudad de México, pero al estilo australiano. Ahí pueden ir a comprar provisiones exquisitas, como ostiones en su concha o camarones gigantes, y después llevarlos en hielo para hacer un picnic en el famoso parque de las Montañas Azules, que se encuentra a menos de una hora de la ciudad.

Si tienen suerte, de regreso podrían pasar por alguno de los parques en donde se pueden ver canguros. Pero si no la tienen como yo (porque los canguros ese día no andaban muy sociables con los turistas) ni se preocupen, porque como ya se dieron cuenta Australia es mucho más que ver canguros.

P. D. Una de las ventajas de no haber visto canguros en mi primera visita a Australia es que tengo un buen pretexto para volver.