Mis ocho atracciones favoritas de Praga

Minientrada

Vista desde el Castillo de Praga. Foto: María A. Mejía

Por María Antonieta Mejía

Para ir a Praga cualquier temporada es buena. La primera vez que fui era verano y andaba con una mochila al hombro. La más reciente fue el otoño pasado. Es una de mis ciudades preferidas y si la visitan hay lugares que no deben perderse.

Para empezar

Desde la ventana del Hotel Praga 1. Foto: María A. Mejía

A diferencia de otras ciudades europeas igualmente hermosas como París, el alojamiento en Praga es más barato. Por ejemplo, si viajan en invierno en temporada baja por ahí del 20 de febrero, una habitación de hotel para dos personas en el Hotel Villa Montparnasse de París les puede costar unos $103 dólares por noche. En contraste en el Hotel Praga 1, de Praga, la habitación doble les podría costar unos $76 dólares en la misma fecha. Ambos hoteles son muy cómodos, limpios y tienen buena ubicación. Además cuando yo me quedé en el Hotel Praga 1 el desayuno estaba incluido y en el hotel de París no.

 

Lo que más me gusta de Praga

 

Turista posando para una foto en el Puente de Carlos. Foto: María A. Mejía

  1. Hay muchos sitios interesantes para conocer en Praga, pero a mí el que más me gusta para empezar el recorrido es el Puente de Carlos o Karluv Most. Es uno de los puentes más famosos y hermosos de Europa. A lo largo del puente uno puede ver diversas estatuas antiguas de santos e incluso sobar a uno de ellos con el propósito de regresar (según cuenta la leyenda popular). También hay artistas pintando, músicos, y un montón de turistas.
  2. El Reloj Astronómico es una belleza. Si pueden suban a la torre y vean la vista de Praga desde lo alto. Pero la verdad, lo más interesante se observa desde abajo. Cada hora ante la mirada fascinada de cientos de turistas (aguas con sus carteras) el reloj ofrece un espectáculo de apóstoles y estatuas mecánicas que vale la pena disfrutar. El reloj tiene más de 600 años de antigüedad.

    Reloj Astronómico de Praga. Foto: María A. Mejía

  3. El Teatro Nacional o Narodni Divadlo. Es el lugar donde se presentan los mejores espectáculos de ópera y de ballet en la capital checa. El edificio en sí es una joya arquitectónica y su enorme tamaño representa la gran importancia que tiene la vida cultural en Praga. Un espectáculo de ópera en un asiento barato les puede costar unas 350 coronas (unos 15 dólares). No dejen de ir.
  4. Rudolfinum. En Praga hay muchos lugares para ir a escuchar música clásica. Incluso dentro de algunas iglesias antiquísimas pueden deleitarse con melodías de autores famosos. Uno de mis sitios preferidos en mi última visita fue este recinto neorenacentista, en el que pude disfrutar de la música de Mozart, Vivaldi, Bach y Dvorak, entre otros.
  5. Castillo de Praga o Prazsky hrad. Como toda ciudad de cuento de hadas, en Praga no podía faltar un castillo. Este es un lugar que debe de estar en su lista de sitios obligados para visitar en la capital checa. Es inmenso y puede resultar abrumador, pero como decía mi papá: «No es manda». Antes de llegar hagan su investigación y empiecen por lo que más les interese ver. El Castillo de Praga fue construido en el siglo IX y está integrado por un conjunto de palacios y edificios conectados por pintorescas callecitas. Mi sugerencia es que comiencen por la Catedral de San Vito. En el castillo pueden quedarse todo un día o si tienen poco tiempo por lo menos unas cuatro o cinco horas.

    Praga está llena de cafeterías interesantes. Pero por favor se controlan con el azúcar. Foto: María A. Mejía

  6. Un café a la salud de Kafka. El nombre del famoso escritor checo Franz Kafka se puede encontrar en todas partes a lo largo de Praga. Hay un museo de Kafka, una inmensa cabeza plateada de Kafka que se mueve a las afueras de un centro comercial, souvenirs de todo tipo e incluso un café que lleva su nombre, y donde según cuentan nació el escritor. El café no es cosa del otro mundo, pero para tomar un macchiato por 85 coronas (menos de cuatro dólares), no está mal. En café está cerca del barrio judío.

    La capital checa es un paraíso para los amantes de la cerveza. ¡Salud! Foto: María A. Mejía

  7. Cervecerías checas. No es una, son varias, y por eso mejor recomendarles que vayan a todas las que puedan. Una en particular que me encantó fue la cervecería del Monasterio de Strahov. El pretexto fue ir a conocer el monasterio y la hermosa biblioteca antigüa que está en su interior, pero al salir, y con el frío que hacía, no hubo más remedio que probar la cerveza que elaboran ahí. Una delicia total. Y para acompañarla no dejen de pedir el sandwich de cerdo. Mmmm.

    Una de las pinturas de la Epopeya Eslava de Alphonse Mucha. Foto: María A. Mejía

  8. La obra Epopeya Eslava (Slav Epic) del artista Alphonse Mucha. No se pueden ir de Praga sin deleitarse con las enormes pinturas de este artista checo. Mucha es conocido por sus pinturas e ilustraciones de estilo art nouveau y tardó años en terminar su obra maestra de 20 enormes pinturas en las que narra la historia de los checos y los eslavos.

Otros consejitos

La primera vez que viajé a Praga, de mochilera y universitaria, no contaba con mucho presupuesto para comer. En esa ocasión la comida de Praga me pareció bastante mala en general. Pero en mi segunda visita y después de muchos años descubrí que es cuestión de buscar.

No es que Praga sea una de mis ciudades favoritas por su comida, pero se pueden encontrar delicias callejeras y baratas como el goulash, el trdelnik, el vino caliente y el strudel de manzana.

Buen viaje, disfruten de Praga y luego me cuentan cómo les fue.

P.D. Y no se olviden de sobar al santo del Puente de Carlos para que regresen… A mí sí me funcionó.

Hay que sobar al santo correcto para regresar a Praga. Foto: María A. Mejía

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Siete días en París, antes del terrorismo

Majestuosa vista de París desde lo alto de la Catedral de Notre Dame. Foto: María A. Mejía

Majestuosa vista de París desde lo alto de la Catedral de Notre Dame. Foto: María A. Mejía

*Esta crónica la empecé a escribir meses antes de los ataques terroristas de noviembre de 2015, y todavía sigo pensando que viajar a París es una gran idea

Por María Antonieta Mejía

París, Francia.- Para quienes ya estuvieron en Europa alguna vez e hicieron uno de esos tours de ‘media hora’ en cada ciudad, ya es hora de relajarse y viajar a gusto.

París hay que gozarla por varios días seguidos, sin la presión de un itinerario.

Por supuesto que si el viaje elegido a Europa es uno que comprende diferentes ciudades e implica una corta estancia en la capital francesa. ¡Ni hablar! Hay que salir corriendo a hacer cola a la Torre Eiffel y subirse en uno de esos autobuses turísticos de dos pisos que lo único que hacen es dejar al viajero con las ganas de quedarse varias horas en cada lugar.

Pero como en este recorrido nos podemos quedar por lo menos siete días en París, hay que tomarlo con calma y pasear día por día, como si viviéramos en la cosmopolita urbe.

Por el Café de Flore han pasado grandes de la literatura como Elena Garro y Jean Paul Sartre. Foto: María A. Mejía

Por el Café de Flore han pasado grandes de la literatura como Elena Garro y Jean Paul Sartre. Foto: María A. Mejía

Día 1. La Torre Eiffel

Aunque tengamos una semana por delante, es recomendable ir el primer día a la famosa torre construida por Gustavo Eiffel para la Exposición Universal de 1889. Hoy en día la imponente estructura es todo un símbolo parisino, pero cuando la construyeron fue severamente criticada e incluso la llamaron en tono burlón el «espárrago de metal».

Al llegar ahí hay que subir hasta la punta, aunque tengamos la tentación de querer ahorrar y quedarnos más abajo. La vista desde la parte más alta es majestuosa, especialmente si es un día despejado. Pero aunque esté nublado, haga frío o llueva hay que subir a la torre. Es una experiencia única. Una recomendación especial es tomar una copa de champagne (aunque sea compartida porque cuesta 15 euros). Estar ahí merece un brindis.

Día 2. Museo de Orsay

No es tan grande ni tan famoso como el Museo de Louvre, pero es uno de los museos más hermosos del mundo para ver arte impresionista. El mero edificio, donde antiguamente había una estación de tren, es una joya de la arquitectura art nouveau. Fue diseñado por el arquitecto Víctor Laloux.

Además de las centenas de obras de pintores como Vincent van Gogh, Pierre-August Renoir, Paul Cezanne y Claude Monet la antigua estación ferroviaria es tan bella, luminosa y está tan bien mantenida que vale la pena ir nada más a ver el edificio.

Y el alimento no es sólo visual, después de admirar sus numerosas pinturas y esculturas, habrá que hacer una parada obligatoria en el histórico Restaurant Musée d’Orsay, donde el tiempo parece haberse detenido. Si su presupuesto es magro, con un té o un chocolate caliente con canela habrá que conformarse. No se olviden de mirar hacia el magnífico techo.

Día 3. Catedral de Notre Dame

La ponemos en el día tres por ubicarla en algún lugar del itinerario, pero la verdad es que hay que ir a verla varias veces: de día, de noche, de tarde. Es toda una aparición ‘divina’ si acudimos de noche y vamos en el metro a verla. Al salir de la estación caminando nos encontramos súbitamente con el imponente edificio gótico iluminado. En ese momento perdemos el aliento y no nos queda más que quedarnos parados admirándolo por largo rato.

Habrá que volver y verla por dentro para apreciar sus coloridos vitrales que contrastan con lo gris y antiguo de su interior. Pero lo que debe ser obligatorio es subir a ver las gárgolas que se encuentran en lo alto de la catedral. No es fácil subir los 400 escalones, pero vale totalmente la pena. Ver París desde las alturas, con las gárgolas de por medio, es una sensación mágica.

Entrar a la catedral que tardó 200 años en construirse es gratis, pero subir a ver las gárgolas no. Hay que pagar 8.50 euros. Si compran un pase de varios días para visitar los museos pueden usarlo para subir sin pagar.

La popular catedral gótica es el lugar más visitado de París. Cada año unas 14 millones de personas entran a conocerla.

Día 4. Museo de Louvre

Una visita al Museo de Louvre es una experiencia similar a la que uno vive cuando va al Museo Metropolitano (MET) de Nueva York. Los dos son museos enormes que no se alcanzan a ver completos en un solo día, pero son memorables. Antes de llegar elijan las obras más importantes que quieran ver como la Monalisa, el Código de Hammurabi o la Venus de Milo. Después ya con calma déjense llevar por el instinto y caminen sin prisa contemplando colecciones de arte milenarias y fascinantes.

El Louvre es inmenso y un tanto abrumador. Está lleno de turistas que están más preocupados por sacarse una foto con la Monalisa que en ver la famosa pintura de Leonardo Da Vinci. Si compran el pase de varios días para ver diferentes museos se van a ahorrar la cola (a veces bastante larga) por la que entra la mayoría de la gente.

Día 5. Montmartre

La blanquísima e imponente Basílica du Sacré-Coeur (que se encuentra en lo alto de la colina de Montmartre) se puede ver desde varios puntos de París, pero nada se compara con verla de cerca y subir, ya sea caminando o en funicular, para ver su interior.

Luego de visitarla no se pueden ir sin tomar un café o té en la plaza donde se convocan pintores y caricaturistas a hacer los retratos de los turistas incautos que pasan por ahí. Al bajar la colina pueden ir a ver el Moulin Rouge que está por ahí cerca.

Día 6. Versalles

Hay que llegar bien temprano y tratar de no ir en domingo cuando las colas son larguísimas. Hay que elegir bien lo que uno quiere ver porque el lugar es realmente inmenso (no por nada ocurrió la Revolución Francesa). Con sólo ver el Palacio de Versalles uno puede pasar varias horas, si se quiere recorrer despacito. Pero además hay que caminar por los extensos jardines y visitar el Palacio de María Antonieta, que está bastante retirado (aproximadamente media hora caminando).

Es otro de esos lugares como el Museo de Louvre al que hay que acudir sin presión, porque si se quiere ver todo puede resultar abrumador.

Desde París los trenes salen de manera frecuente hacia Versalles y el trayecto es de menos de media hora.

Día 7. La liberté

El techo de la Ópera Garnier pintado por Marc Chagall. Foto: María A. Mejía

El techo de la Ópera Garnier pintado por Marc Chagall. Foto: María A. Mejía

Los planes pueden cambiar día a día en el itinerario, pero es recomendable dejar un día libre de visitas a museos y monumentos. Ese día se puede elegir para caminar a lo largo de los Campos Elíseos o para ver de cerca el Arco del Triunfo (al que se puede subir). O quizá quieran ir de compras a las Galerías Lafayette; aunque no compren nada vayan nada más a ver el majestuoso techo de cristal del edificio.

Ese día en la noche o durante alguna de las noches previas es muy recomendable ir a la Ópera Garnier a ver algún espectáculo. No dejen de mirar hacia arriba antes de que empiece el show, o al terminar, y quédense un buen rato contemplando el sublime techo de colores pintado por Marc Chagall.

Los favoritos de María Antonieta (no la reina)

Tomar algo en el Café de Flore debe ser una parada obligada en París. Foto: María A. Mejía

Tomar algo en el Café de Flore debe ser una parada obligada en París. Foto: María A. Mejía

  1. Café de Flore. Hay que tomarse un café con leche en este histórico lugar, por donde han pasado grandes figuras literarias como Jean Paul Sartre y Elena Garro.
  1. Fondue en Les Fondus de la Raclette. Este restaurante no está en una zona turística, van a tener que desviarse de su ruta, pero vale la pena. Tomen el metro y se bajan en la estación Parmentier y cuando prueben el fondue y la raclette verán que no les miento. Está justo en el número 107 de la Avenue Parmentier.
  1. Les Editeurs. Este lugar es perfecto para tomar una cerveza o cualquier aperitivo. Siéntense en las mesitas de afuera para ver pasar gente y si les da hambre pidan el salmón con sauerkraut y puré de papa.
  1. Latin Quartier. El barrio latino tiene muchas atracciones. Una de ellas es la Sorbona de París, pero además es una zona donde abundan locales de comida árabe. Pidan un kebab con papitas fritas y además de que les saldrá muy barato, quedarán más que satisfechos.
  1. Crepas, croissants, etc. No pueden irse de París sin entrar no a una, sino a varias panaderías y pastelerías. Hay una en la rue Daguerre donde además venden pizza con queso brie. No dejen de probarla. No importa si rompen la dieta, cuando regresen a su casa la vuelven a empezar.
  1. Vino de 3 euros, queso, foie gras y una baguette. En París por supuesto hay vinos y restaurantes muy caros, pero la verdad es que en cualquier esquina uno encuentra bocadillos deliciosos y vinos a precios muy económicos. Si ustedes no son de paladares demasiado exclusivos les recomiendo el vino de tres euros, los quesos, el foie gras y las deliciosas baguettes que encuentran en los diferentes negocios de la calle Daguerre. Si van un sábado en la mañana se van a sentir como todos unos parisinos.

Au revoir.    

*En los ataques terroristas del 13 de noviembre de 2015 murieron 130 personas, 89 de ellas estaban en un concierto en el teatro Bataclan.  

Viajar a París en los meses de frío

Por María Antonieta Mejía

La Rue de la Paix y al fondo la Ópera Garnier. Foto: María A. Mejía

La Rue de la Paix y al fondo la Ópera Garnier.
Foto: María A. Mejía

Para mí, la mejor inversión que puede hacer una persona en todo momento de su vida es viajar.

Comprar joyas, bienes raíces, oro, invertir en la bolsa de valores… todo eso está muy bien para quien le guste acumular fortunas. Yo soy más de atesorar experiencias nuevas, atardeceres memorables, paisajes exóticos.

Mi papá decía que cuando uno se muere, ‘no se lleva nada puesto’. Así que, siguiendo esa máxima, ya estoy planeando mi siguiente viaje.

La Torre Eiffel en un día de lluvia. Foto: María A. Mejía

La Torre Eiffel en un día de lluvia. Foto: María A. Mejía

La última vez que estuve en París llegué a bordo del Concorde, en un vuelo procedente de Nueva York que hizo poco más de tres horas. Nada más. Por supuesto yo no pagué el boleto; me lo invitaron. Ahora que me toca pagar, opté por viajar en clase turista. Un poco más barato. Bueno, de todas formas el Concorde ya no vuela, así que ni modo.

La maravilla de viajar a Europa en los meses de frío, es que es más económico. Casi cuesta la mitad o incluso la tercera parte de lo que sale viajar en verano, la temporada alta.

Es delicioso viajar en los meses de calor; pero si lo que quieren es ahorrar, vayan en invierno.

Cinco consejos básicos

  • Lo primero es comprar un buen libro de viaje sobre París (y leerlo)
  • Elegir los lugares principales que quieren visitar antes de llegar
  • Hacer un itinerario día por día
  • Estar dispuesto a modificar el itinerario cuando se presente algo más interesante
  • Y disfrutar cada día

 

El último viaje de 2014

El hermoso mar de Ensenada.  Foto: María A. Mejía

El hermoso mar de Ensenada, Baja California.
Foto: María A. Mejía

Por María Antonieta Mejía

Parece que este será el último viaje de 2014, pero uno nunca sabe… Vamos en tren hacia Los Ángeles, después rumbo a San Diego, y pasaremos la navidad en Ensenada. Traigo puestos mis tenis grises de caminar largo. Nada ‘fancy’. Cómodos y más resistentes al agua que los negros caladitos.

Este año ha sido toda una aventura. A pesar de ser freelance y no tener un trabajo fijo, me siento feliz y plena. Como dicen los memes de la Rana René: Hay días en que me gustaría tener un trabajo fijo, pero después me acuerdo de cuando trabajaba de tiempo completo y se me pasa…

Muchos viajes este año: Argentina, México, el Gran Cañón, San Antonio y Nueva York. Espero que vengan muchos más en 2015.

Mientras escribo veo el mar, en toda su inmensidad. Está por caer el sol. Un chico guapo lee el periódico frente a mí. ¿Qué más se puede pedir?

Llegaremos a Union Station esta noche…

El viaje desde San José, California, hasta Los Ángeles, es de varias horas. Empieza en la mañana y termina en la noche; pero la verdad, se pasa rápido. Cuando uno se da cuenta, ya llegó.

Hay muchas cosas para hacer en el tren: leer, platicar con gente desconocida a la hora de la comida, mirar el paisaje, pensar, escribir, tomar mate. Y si uno es de los suertudos que viaja en un cuarto con cama, también puede ir al cine que está en el tren.

La llegada

El hotel Metro Plaza que está cerca de Union Station es muy práctico. No es muy caro (cuesta poco más de $100 dólares la noche), ni muy bonito, pero tiene una ubicación muy cómoda para quien viaja en tren. Está limpio y te regalan café las 24 horas del día. Si llegas tarde, puedes ir a cenar a alguno de los restaurantes chinos que están cerca; pero ni se te ocurra ir al Mayflower, porque a pesar de tener buen ambiente y ser barato, ninguno de sus platillos es digno de recordar. Ni siquiera el arroz está bueno. Lo único que se salva son las galletas de la suerte y el té.

A una cuadra del hotel, la mejor opción es ir al histórico restaurante Philippe, que desde hace más de 100 años sirve sandwiches remojados al estilo ‘French dip’ (sería la versión ‘gringa’ de una torta ahogada, o algo así). El de carne está muy rico porque lo sirven calientito.

Un día en Los Ángeles    

Los Ángeles me recuerda mucho a la Ciudad de México: es uno de esos lugares en los que tienes muchísimas opciones para ir a conocer. Si vas de trabajo o nada más por puro gusto, aprovecha tu día libre y lánzate -por ejemplo- a los estudios Paramount.

No es una atracción para niños, ni tampoco para adultos que se aburran fácil. La visita dura dos horas, y es medio lenta, pero interesante para quien le guste ver sets de cine donde se filmaron películas famosas. Hoy en día, allí se filman algunos programas de televisión como CSI Los Ángeles.

Si no quieres gastar mucho para ir a comer por ahí cerca, lánzate a Pink’s y cómete un hot dog. No te vas a arrepentir. Son enormes y deliciosos. Mi favorito es el chili cheese dog (no son aptos para la dieta). Y no se te olvide pedir unos onion rings para acompañar tu hot dog.

Un solo día en Los Ángeles es muy poco, pero si tienes tiempo, puedes ir a pasear en la noche por Hollywood y ver las estrellas de montones de artistas en el Paseo de la Fama. A lo largo de Hollywood Boulevard te vas a encontrar el hotel Roosevelt, uno de esos lugares como salidos de las películas precisamente de Hollywood. No te pierdas el tour por la alberca. En verano está llena de jóvenes que parecen estrellas de cine, con cuerpos atléticos y caras de artistas. Antes de entrar al hotel, si tienes hambre, puedes hacer una escala técnica en el restaurante 25 Degrees (integrado al Roosevelt) y comerte una hamburguesa en la barra. Las papitas también son deliciosas.

El hotel es caro: cuesta poco más de $300 dólares la noche. Pero por conocerlo no se paga, así que lánzate a disfrutarlo.

Salida a San Diego

El viaje en tren desde la estación Union Station de Los Ángeles hacia San Diego es de lo más cómodo. Puedes salir una tarde a las 3:00, y a eso de las 5:30 pm ya llegaste a la estación del centro de San Diego, conocida popularmente como Santa Fe Depot. No tienes que pasar seguridad, ni preocuparte por llevar una botella de agua al abordar. Viajar en tren es más sencillo que subirte a un avión. Y si no tienes demasiada prisa, te puedes dar el lujo de ver caer el sol desde la ventana de tu vagón.

Además la estación de Los Ángeles es divina. Aunque no tomes el tren tienes que conocerla.

Vámonos a México

Para entrar a México por tierra no te piden ni el pasaporte.  Foto: María A. Mejía

Para entrar a México por tierra no te piden ni el pasaporte.
Foto: María A. Mejía

Para quien vive en Estados Unidos, San Diego puede ser una ciudad bonita y pintoresca, pero muy parecida a otras que ya conoces. Si lo que quieres es cambiar de aires y dejar de ver McDonald’s en cada esquina, mejor vete a México.

Cuando cruzas la frontera desde México a Estados Unidos por carretera puedes pasar horas esperando tu turno, pero para entrar a México por tierra no te piden ni pasaporte.

La carretera de Tijuana a Ensenada es una de las más hermosas del mundo. Prácticamente durante todo el trayecto de poco más de una hora vas viendo el mar. Y en serio, no te cansas de verlo. Recientemente reabrieron un tramo de la carretera de cuota que estaba cerrado.

Una de las paradas obligadas para los amantes del buen comer es Puerto Nuevo, en donde el menú es una perfecta fusión de sabores: langosta con mantequilla, enormes tortillas de harina, arroz, frijoles y salsita picante si quieres. Después de eso puedes morir tranquilo.

I left my heart in Ensenada…

Al llegar a Ensenada sigue el tour gastronómico: tostadas de ceviche en carritos callejeros (mi favorito es el del Güero, que está cerca de la calle Ruiz, frente a la Comisión Federal de Electricidad); también los tacos de pescado de Don Zefe, o los del Mercado Negro (frente al mercado de mariscos); y los cocteles frescos de camarón, pulpo y almeja en algún puesto callejero del centro. Pide que le agreguen aguacate. Antes de vivir en Ensenada durante la década de los ochenta a mí no me gustaban mucho los mariscos; pero ahora, gracias a mi paso por ahí, soy fan de las tostadas de ceviche y los tacos de pescado.

Un taco de pescado y uno de camarón de Don Zefe. Una delicia. Foto: María A. Mejía

Un taco de pescado y uno de camarón de Don Zefe. Una delicia.
Foto: María A. Mejía

Pero no todo es comida. También hay cultura, vino y atractivos naturales.

Una visita al CEARTE (Centro de las Artes de Ensenada) te puede hacer pasar una tarde o mañana muy agradable. Las exposiciones de pintura se renuevan de cuando en cuando. Si tienes suerte puedes ver cuadros como Frida en Ensenada.

También puedes ir a visitar algunos viñedos en el Valle de Guadalupe. La Casa de Doña Lupe es uno muy pintoresco, y otro más grande es el de Cetto.

Si tienes tiempo también puedes ir a la Bufadora y contemplar los caprichos que produce el mar al chocar con una caverna rocosa.

La visita a Ensenada no estaría completa si no te lanzas una noche al Hussong’s, una famosa cantina que tiene más de cien años de existir. Después de tomar una cervecita o un tequila con limón y sal, y si todavía tienes pila, te puedes dar una vuelta por el Papas&Beer, un lugar que desde hace años es el centro de diversión de la juventud local y de los muchos estadounidenses que viajan a México para experimentar lo que en su país no se atreven.

El Papas cambió de su local original a uno más grande que está justo frente al antiguo en la esquina de la Avenida Ruiz y la Calle Primera. Lo que no ha cambiado nada es el ambiente animado y agradable del lugar.

Fin de fiesta, por ahora…

El 2014 terminó como empezó: con un gran viaje. Mi primer paseo de 2014 fue al Gran Cañón, un lugar que visité por primera vez. En mi opinión, es uno de los parques naturales más hermosos de Estados Unidos. Si lo combinas con un viaje a Las Vegas en coche, seguro que te sale muy barato.

El Gran Cañón es uno de los parques naturales más espectaculares de Estados Unidos.  Foto: María A. Mejía

El Gran Cañón es uno de los parques naturales más espectaculares de Estados Unidos.
Foto: María A. Mejía

El año casi terminó en México, con una visita a mi adorada Baja California. Parece que cuando viví ahí hace muchos años, se me quedó un pedacito de corazón entre sus rebeldes y agitadas olas. Así que cada tanto tengo que volver para recuperarlo.

El último, último viaje de este año será a San Francisco, ahí recibiré el 2015 con mi compañero de viaje preferido.

San Francisco es una de mis ciudades favoritas del mundo. Es todo un privilegio poder despedir este grandioso año lleno de viajes, en una grandiosa ciudad.

Ya estoy lista para empezar la bitácora de viajes y de aventuras para 2015…